Cierto día del verano, me encontraba sentado en la arena de la playa, el radiante sol se asomaba entre las nubes, la brisa acariciaba mi rostro, en aquél día en el cual aprendí a soñar despierto, de cierto modo aprendí a observar las cosas con otros ojos, de otra forma, de aquella forma en el cual se mira con el alma, donde se guardan los más grandes recuerdos que jamás sean imaginados.
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